Tarragona merece más. Interesante pasado romano y descomunales murallas

Ideal para una escapada de un par de días, Tarragona ofrece y presenta un pasado romano como pocas ciudades lo hacen en la Península o fuera de Italia. Fue por entonces y en su momento una de las grandes ciudades del Imperio. Y de ello, todavía se conservan espacios en buen estadio y buenas e interesantes explicaciones en el anfiteatro, circo y Torre del Pretorio. Además, su casco histórico, medieval, bien merece una amplia vuelta por sus calles, descubriendo calles, rincones y plazas como la del Ayuntamiento, amplias y centros vitales de la ciudad. Sin comentar, por supuesto, la monumentalidad descomunal de su muralla, hecha a base de unas piedras de un tamaño que cuesta imaginar cómo fueron transportadas y colocadas. Esfuerzo titánico.

El Mirador del Mediterráneo o la escultura a los ‘castellers’ cierran un abanico de espacios, en la Rambla Nova, que podría seguir y que son muestra de una ciudad que ofrece más de lo que se cree y que merecería más reconocimiento y consideración. Pero, tiempo al tiempo.


Carcassone-Nimes-Avignon. Paseo por el bello sur francés

Bonita experiencia la que vivimos el pasado invierno (2018). Frío, sí, pero también lugares muy interesantes. El viento hacía estragos pero la curiosidad y el gusto y placer por viajar, ganaron la partida. El recorrido empezó por Carcassone para seguir por Nimes y acabar en Avignón. Cada una ofrecía espacios singulares, con mucha personalidad y muy recomendables.

La ciudadela medieval de Carcassone es una de las mejor conservadas del mundo. Cuenta con su propia zona de aparcamiento y aunque es bastante turística, puede disfrutarse sobre todo fuera de temporada y entre semana. Un paseo agradable con muchas cosas que ver. Nimes destaca por su anfiteatro romano del siglo I d.C. Pese a sus casi 2.000 años de historia, presenta un aspecto muy bueno y permite una aproximación más detallada a todo lo que fue y representó el circo romano. Después ha albergado corridas de toros y múltiples eventos.

Y la tercera, Avignón. Ésta vale mucho la pena sobre todo y en primer lugar por el Palacio Papal: del siglo XIV, durante aquel extraño y excepcional periodo en que hubo dos papas en una difícil e imposible coexistencia que no duró mucho. Por supuesto, todas y cada una de ellas ofrece siempre más de lo que uno espera.