Ideal para una escapada de un par de días, Tarragona ofrece y presenta un pasado romano como pocas ciudades lo hacen en la Península o fuera de Italia. Fue por entonces y en su momento una de las grandes ciudades del Imperio. Y de ello, todavía se conservan espacios en buen estadio y buenas e interesantes explicaciones en el anfiteatro, circo y Torre del Pretorio. Además, su casco histórico, medieval, bien merece una amplia vuelta por sus calles, descubriendo calles, rincones y plazas como la del Ayuntamiento, amplias y centros vitales de la ciudad. Sin comentar, por supuesto, la monumentalidad descomunal de su muralla, hecha a base de unas piedras de un tamaño que cuesta imaginar cómo fueron transportadas y colocadas. Esfuerzo titánico.
El Mirador del Mediterráneo o la escultura a los ‘castellers’ cierran un abanico de espacios, en la Rambla Nova, que podría seguir y que son muestra de una ciudad que ofrece más de lo que se cree y que merecería más reconocimiento y consideración. Pero, tiempo al tiempo.