Copenhague y Malmo

Capital y ciudad más poblada de Dinamarca (1,2 millones de habitantes), Copenhague es un destino -como muchas otras ciudades- ideal para una escapada de un par o tres de días. Tiene fama, junto al resto de los países escandinavos, de ser cara y realmente, en este sentido, no defrauda. El primer desayuno, dos cafés y dos pastas: 15 euros. La comida, moderada, se fue a los 35 euros. En general, por norma, se puede decir que el coste de la vida puede ser entre dos o tres veces el de una ciudad como Barcelona. De ahí que el poder adquisitivo de buena parte de muchos europeos se vea limitado y que el turismo -pandemia mediante- este último fin de semana de agosto fuera contenido. Sea como fuere, tiene encanto y mucho por visitar. Uno de los lugares más destacados es la zona comercial portuaria de los Canales de Nyhavn, una de las postales más conocidas de la ciudad, junto al que se considera el gran símbolo: la estatua de la Sirenita, homenaje al personaje infantil creado por el escritor Hans Christian Andersen y que a lo largo de la historia ha vivido episodios trágicos, como dos decapitaciones, u otros más divertidos, como cuando apareció adornada con un juguete sexual. Es pequeña, de bronce, pero vale la pena. Como también es recomendable visitar el edificio del Ayuntamiento o el parque de atracciones Tivoli, uno de los más antiguos del mundo según leemos. No muy lejos de allí, se puede coger un tren que conecta con la ciudad sueca de Malmo, a 28 kilómetros, a través de un puente de siete kilómetros sobre las aguas del mar Báltico. Todo un alarde de ingeniería, que se puso en funcionameinto hará ya veinte años. En el apartado de las curiosidades, interesante visitar la tienda de Lego o la de la cadena internacional danesa de cosas varias Tiger, originaria de allí.


Leave a comment