Todos de niños lo hemos visto al comienzo de las películas de Disney pero lo que muchos no sabíamos era que aquel castillo mágico de cuento que aparecía está inspirado en uno real, al sudoeste del estado federado de Baviera, relativamente cerca de Múnich y que lleva por nombre “Castillo de Neuschweinstein”. Lo construyó el rey Luis II durante la segunda mitad del siglo XIX para, según parece, retirarse de la vida pública. A la muerte de éste, que se produjo en circunstancias algo extrañas y sospechosas, el castillo se abrió al público apenas siete semanas después de su fallecimiento. Alrededor de 1,5 millones de personas lo visitan cada año. Realmente, interesante y una visita bien organizada.
Se entra por turnos y en grupos. No se puede hacer fotos en el interior pero sí seguir tranquila y detalladamente las explicaciones que se pueden ir escuchando mediante una audioguía en el idioma de cada uno. La visita es de una media hora y el tiempo de espera desde que se saca la entrada abajo de la montaña (y se sube después en una caminata de uns 20 minutos) no es excesivo, de algo más de una hora. Cerca se encuentra un puente con unas vistas espectaculares y, eso sí, con mucha gente pero vale la pena hacer cola y esperar turno. Y abajo, donde llega el tren, se encuentra el pueblo de Fussen: con cierto encanto y que bien merece dar una vuelta.