Frío, lluvia, viento, oscuridad temprana. Una tarde típica de invierno, nos decidimos por acercarnos a una de las cafeterías con más solera de Barcelona, Mistral, y también una de las que cuenta con algunos de los dulces más exquisitos de la ciudad. Antes, en cualquier caso, de entrar a la parte de cafetería, es de justicia hablar primero de la panadería situada en Ronda de Sant Antoni, 96, una de las primeras en contar con certificación de pan ecológico de España, finalista por su pan de payés tres veces entre los mejores panes de este tipo de Catalunya, regentada por la familia Bertrán y ya en su sexta generación. Fundada en 1977, destaca también por su pan de espelta y kamut. Y su horno de leña. Una maravilla.

Nosotros nos dirigimos a la parte de atrás, en la calle Torre y Amat. Espacio amplio, agradable, de estilo y decoración setentera o esa es la impresión que nos produce. Vaya, que no encaja con los interiores actuales, bonitos y agradables pero que parecen todos réplica unos de otro y que tanto han puesto de moda grandes cadenas internacionales de cafaterías. En este sentido nos gusta que hayan mantenido su personalidad, que hoy por hoy la diferencia y le da su gracia particular.

Pedimos dos dulces, un chocolate y un cafè con leche. El precio es algo superior al de otros lugares pero tampoco mucho ni demasiado. Puede estar sobre los 15 o 20 céntimos por producto a mucho estirar (o esa es nuestra sensación). El veredicto, en cualquier caso a posteriori, es que lo merece. Sabemos que son muy conocidos por sus mini-croissants o por sus productos de temporada (‘panallets’, buñuelos, coca de Sant Joan…) pero nosotros, tradicionales y muy golosos, nos inclinamos por un croissant de chocolate y por una ensaimada rellena de crema. Ambos, buenos, pero si nos tenemos que quedar con uno, coincidimos en señalar la ensaimada. Rica, rica…

Es tarde, de hecho es casi más hora de cerveza y tapa que de chocolate y pasta, pero aún así hay gente dentro. Por el barrio, por el trato, por el estilo del local, nos da que cuentan con su clientela habitual. Y es normal. Es de esos lugares que gusta y apetece tener entre los señalados. En la parte de delante, hay mostrador también para la compra de producto. Todo está pensado. Bonito y dulce espacio. Y muy céntrico, a pocos pasos de Plaça Universitat y tampoco lejos de la de Catalunya. //