Ellos mismos, desde el Ayuntamiento, aseguran que el Estany de Banyoles es elemento fundamental de la identidad de la ciudad. Nosotros, desde nuestra ignorancia pero a partir de la visita realizada, coincidimos plenamente en el valor y el significado de este precioso espacio natural. Fuimos invitados por dos vecinos de la ciudad que ejercieron de anfitriones de forma fantástica y muy de agradecer. Visitar un lugar con alguien de allí te da una perspectiva y experiencia mucho más cercana, detallada y rica. Además, uno de ellos, para facilitar todavía más las cosas, era y es periodista aunque ejerce en una gran cabecera en Barcelona.

Vimos un poco su casa, que ha pasado de generación en generación, llena de historia, vida y rincones. Algunos peculiares pero interesantes. Sin más y esperando la hora de comer, nos fuimos hacia el Estany, que nos quedaba bastante cerca. Caminata de apenas unos cinco minutos para poner pie en sus inmediaciones. A nuestra izquierda, muchas familias y gente. Tanta, que ellos mismos, nuestros anfitriones, pese a estar acostumbrados a la presencia de visitantes se sorprendieron un poco. Familiarizados con la singularidad del lugar, nos recomendaron realizar la vuelta hacia el área menos concurrida, nos aseguraron. Y no fallaron. Lo cierto es que en esa parte del Estany de Banyoles sí había gente pero no mucha, andando pausadamente unos y otros realizando deporte. Ensimismados con las fotos nos despistamos un poco y una chica -no con muy buenas maneras- nos hizo notar que estábamos mal situados. La chica iba en bicicleta y nosotros estábamos en su carril. Perdón por la intrusión aunque también las cosas se pueden decir de otros modos.

En cualquier caso, precioso el entorno natural en el que nos encontrábamos. Sobre unas ramas, dos patos descansaban con algo de frío o eso es lo que interpretamos al esconder un poco la cabeza entre las plumas. Los azules y verdes contrastaban con los distintos tonos de marrón. Lo curioso es que no se extrañaban por nuestra presencia aunque probablemente ya estén acostumbrados a la cercanía humana. En este sentido, este paraje tiene un gran valor natural y ecológico. Tanto que en 1992 la Generalitat de Catalunya lo incluyó dentro del Plan de Espacios de Interés Natural y que en 2000 y 2003 fuera la Unión Europea quien le atorgara el reconocimiento dentro de la Red Naturaleza y Lugares de Interés Comunitario.

2,1 kilometros cuadrados de estanque, una ribera de más de 9 km. y una profundiad máxima de 62 metros, según leemos, son sus magnitudes más o menos objetivas. Y decims más o menos porque según la opinión de uno de nuestros acompañantes y natural de Banyoles, hay discrepancia sobre su profundidad ya que en algunos puntos la naturaleza del fondo, poco consistente, hace que no se sepa del todo y los números bailen algo. En cualquier caso, sus dimensiones no solo son ideales para un paseo o caminata -también en bicicleta- sino que también han hecho que albergara competiciones durante los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 o que regularmente se celebren pruebas de natación, triatlón y otras modalidades deportivas.

Si por el contrario se quiere dsifrutar con más calma de sus aguas hay varios puntos donde hacerlo. Entre junio y septiembre, el Estany de Banyoles cuenta con tres puntos de baño pese a ser un Espacio Protegido. Uno de ellos, interesante porque también encontramos un restaurante es Els Banys Vells. Lugar precioso y que parece sacado de un anuncio veraniego o de estilo de vida, es -nos aseguran- de titularidad pública, fundamental para que los precios no se disparen y siga estando al alcance de todos. Las escaleras que bajan hasta las aguas están en uno de sus extremos. Parecen cómodas y de fácil uso. Nosotros, todavía fuera de temporada, nos quedamos disfrutando del paisaje y la compañía mientras el atardecer llegaba y el sol se escondía. //