La Spezia y Porto Venere

Es una ciudad de tamaño medio, sin ser especialmente grande ni tampoco con grandes pretensiones. Sobre los 100.000 habitantes y un pequeño gran logro reciente a nivel deportivo al alcanzar jugar en la máximo categoria del Calcio: la Serie A, un éxito no al alcance de muchos. Para nosotros fue lugar donde alojarnos para poder ir desde allí, en una visita de una jornada, a los cinco pueblos que conforman el “Cinque Terre”. Buena base de operaciones, que también aprovechamos para darnos una vuelta por su conocida Plaza del Mercato, la via Garibaldi o toda la zona del puerto, donde conviven grandes yates con una flota de pesca tradicional. Allí nos tomamos el típico ‘aperitivo’, con un ‘Spritz’ y lo que te ofrezca el establecimiento. Al día siguiente nos fuimos para Porto Venere en un autobús de línea que tarda unos treinta minutos de carretera revirada. Bonito pueblo de costa, que hay quien considera que podría contemplarse com el ‘sexto pueblo del Cinque Terre’. Razón no les falta. Podría ser una adquisición que añadir al conjunto, sin desmerecer para nada. Destaca una iglesia en unos de sus extremos, de milenaria historia y erigido donde antes se localizaba un viejo tiemplo romano, o los restos de la fortaleza que protegían esta parte del pueblo y de este tramo de costa italiana. Detrás queda lo que se conoce como “Gruta de Byron”, porque al parecer durante su estancia en la zona el poeta británico nadaba hasta esta parte de la bahía de La Spezia. Increíbe imaginar cómo sería toda esta región a finales del siglo XIX. Faltan palbaras.


 

Cinque Terre

Tenía y tiene una fama increíble. No obstante pensaba que igual era menos conocido y un destino más exótico de lo que verdaderamente es. La realidad es que llegan, en fechas señaladas, trenes llenos hasta la bandera de turistas; yo, entre ellos. El punto desde el que dirigirse más habitual es la ciudad, en Ligúria, de La Spezia: una urbe sin excesivo encanto, pero sí su gracia si sabes encontrársela. De esos lugares sencillos pero con personalidad, cercanos y sin pretensiones desmedidas. Del Cinque Terre nos habían recomendado sobre todo los pueblos segundo y cuarto -el recorrido se hace en tren por los cinco pueblos a distancias de unos pocos minutos los unos de los otros-. Vernazza y Manarola son, por lo tanto, los más famosos e imprescindibles -y coincidimos en dicho criterio-, si bien tampoco hay que desmerecer a ninguno de los otros tres. Corniglia, el único que no es de costa, Monterrosso y Riomaggiore -éste último, el más próximo a La Spezia– son a su vez un buen complemento entre sí, que conforman un conjunto que, muy probablemente adquiera un aspecto bastante distinto si hay la posibilidad de visitarlos entre semana y fuera de temporada. Su localización, abrupta, y la dificultad, de antiguo, para su acceso son de los de las razones que explican el por qué de su gran atracción actual. Carácter marinero y fachadas de tonos pálidos, dentro de la gama de los amarillos y los rojos, son solo dos pinceladas de un cuadro que no desentonaría nada en cualquier sala.