Cinque Terre

Tenía y tiene una fama increíble. No obstante pensaba que igual era menos conocido y un destino más exótico de lo que verdaderamente es. La realidad es que llegan, en fechas señaladas, trenes llenos hasta la bandera de turistas; yo, entre ellos. El punto desde el que dirigirse más habitual es la ciudad, en Ligúria, de La Spezia: una urbe sin excesivo encanto, pero sí su gracia si sabes encontrársela. De esos lugares sencillos pero con personalidad, cercanos y sin pretensiones desmedidas. Del Cinque Terre nos habían recomendado sobre todo los pueblos segundo y cuarto -el recorrido se hace en tren por los cinco pueblos a distancias de unos pocos minutos los unos de los otros-. Vernazza y Manarola son, por lo tanto, los más famosos e imprescindibles -y coincidimos en dicho criterio-, si bien tampoco hay que desmerecer a ninguno de los otros tres. Corniglia, el único que no es de costa, Monterrosso y Riomaggiore -éste último, el más próximo a La Spezia– son a su vez un buen complemento entre sí, que conforman un conjunto que, muy probablemente adquiera un aspecto bastante distinto si hay la posibilidad de visitarlos entre semana y fuera de temporada. Su localización, abrupta, y la dificultad, de antiguo, para su acceso son de los de las razones que explican el por qué de su gran atracción actual. Carácter marinero y fachadas de tonos pálidos, dentro de la gama de los amarillos y los rojos, son solo dos pinceladas de un cuadro que no desentonaría nada en cualquier sala.