El Delta del Ebro, uno de los ecosistemas más singulares de la Península, en riesgo

Es una de las zonas húmedas más grandes e importantes del Mediterráneo Occidental y uno de los ecosistemas también más singulares, propios, pero también frágiles de la Península. Se creó un Parque Natural en los años ochenta, que por tamaño solo es superado por el de Doñana. Ocupa unos 300 kilómetros cuadrados y se divide en base al paso del río Ebro, dejando amplias extensiones de tierra a derecha e izquierda. Entre ambas zonas se reparten núcleos como Sant Carles de la Ràpita, l’Ampolla o Amposta (esta última con un precioso puente, bonito y recomendable). La zona del Delta se puede visitar durante todo el año, si bien el paisaje, dominado sobre todo por los arrozales, muta de forma contundente desde la aridez propia del invierno a la abundancia de agua de la primavera o el verde del verano. El arroz, por supuesto, es el producto estrella, que cocinan de mil formas distintas y todas deliciosas. Sabrosas. El animal por excelencia es un ave, muy presente y visible desde diversos miradores, como es el flamenco. Elegante. Entre sus playas, destaca la del Trabucador (una fina lengua de arena, que puede acabar por desaparecer en época de lluvias, tormentas o cambios de mareas bajo las aguas) y que brilla, sobre todo al atardecer, con sus salinas, todavía en funcionamiento, a lo lejos. O en el otro extremo, el Faro del Fangar, solitario, visible todo el rato, coronando una playa de más de tres quilómetros de largo y llena de dunas.


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