Roncesvalles tiene mucho nombre. Es uno de esos lugares de los que muchos hemos oído hablar en algún momento aún sin saber demasido cuál es su significación o exactamente por qué es o no importante. Lo primero: es de gran valor porque es el punto elegido mayoritariamente por un sinfín de peregrinos y caminantes que se dirige hacia Santiago. Muy cerca de la frontera con Francia, la distancia a destino es considerable y no inferior por lo bajo a las tres semanas largas de andadura aunque también existen las posibilidades de realizarlo en bicicleta o fraccionarlo y realizarlo por partes en varias ediciones. Es por ello que no es nada extraño escuchar a gentes venidas de muchos puntos del mundo hablando en inglés, francés u otros idiomas como tampoco es rara la presencia de amplios grupos de moteros que hacen parada en este lugar. Por unos motivos u otros, decenas de personas se encuentran aquí para iniciar el Camino de Santiago en su recorrido por España.

El entorno natural en un día claro es precioso, a cierta altura aunque no excesiva y en una zona más o menos llana y diáfana rodeada de hayedos, abetales y robledales según leemos y también comprobamos. Se encuentra a unos 45 kilómetros de Pamplona y a apenas una decena de la frontera gala. Durante nuestra visita, asimismo, pudimos disfrutar de la presencia de algunos caballos: siempre imponentes y muy elegantes. En este punto es donde se erige el conjunto religioso y civil de la Colegiata de Orreaga/Roncesvalles. Poco antes de entrar nos encontramos con la Iglesia de Santiago o a los Peregrinos, del siglo XIV, pequeña y no visitable aunque interesante desde el exterior.

La Colegiata de Santa María de Orreaga/Roncesvalles, de estilo medieval, destaca al fondo sobre todo por su gran tamaño. Es de finales del siglo XII y comienzos del XIII (de hecho la iglesia se consagró en 1219) y fue antiguo hospital de peregrinos. En su claustro, previo pago de una entrada de 2,5 euros (hay una versión con audioguía más completa), llama la atención en la Capilla de San Agustín la presencia poderosa de la sepultura del rey Sancho VII el Fuerte. En la cabecera se encuentran dos elementos fundamentales: mazas y cadenas que según la leyenda “el monarca quitó al moro Miramamolín durante la batalla de las Navas de Tolosa” en 1212. Ambos elementos forman hoy parte del escudo de Navarra.

También dentro del capítulo histórico merece mención aparte la derrota de Carlomagno aquí en el año 778, siendo unas de las más dolorosas del ejército franco en la que se conoce como la Batalla de Roncesvalles y durante la cuál según se cuenta perdió la vida su mejor caballero, Roldán. El punto donde éste clavó la espada, siguiendo con la leyenda, sirvió para la construcción de una cripta sobre la que se asienta el edificio más antiguo de este conjunto, la capilla del Sancto Spiritus o silo de Carlomagno, que data del siglo XII. Relacionado también con dicho rey franco, vale la pena visitar dentro del museo-biblioteca (s. XIX), el Ajedrez de Carlomagno, relicario de plata dorada y esmaltada. Sin duda, es un lugar especial.