Un río como el Ebro, uno de los más importantes de la Península y probablemente de Europa, marca. Tortosa, Amposta y Miravet, los tres pueblos, a orillas de su imponente caudal, son buena muestra de ello. Tortosa fue una sorpresa positiva notable. Sin, posiblemente, la fama de muchas otras ciudades de Catalunya, tiene tamaño y entidad a la altura o incluso por encima en belleza de capitales de provincia como Lleida o Tarragona. Sus puentes sobre el río y su casco antiguo medieval son verdaderamente interesantes. También, su catedral. Mención aparte merece el monumento de época franquista que todavía persiste y que a fecha de hoy genera mucha controversia. Amposta, por su parte, algo más sencilla, humilde, destaca sobre todo por uno de sus puentes, llamativo, con dos puertas -de entrada y salida y que recuerdan a las de un castillo- ofrece amplias vistas sobre el Ebro. Es habitual ver gente remando -muchos, entrenando- ya que es práctica deportiva con tradición en la zona. Miravet, el tercero por tamaño, el más pequeño de ellos, está considerado entre los pueblos más bonitos de Cataluña. En lo alto, llama la atención la presencia de un antiguo castillo templario. Desde la orilla del río, al atardecer, la imagen de Miravet, con las luces reflejándose sobre las aguas del Ebro tiene, sin duda, su gracia.
