Ciudad conocida sobre todo por el concilio católico que lleva su nombre y que se celebró durante 25 sesiones entre los años 1545 y 1563 para redefinir determinados y trascendentes aspectos de la doctrina católica pero también para condenar la reforma protestante. Ese es probablemente el gran hito histórico que a cualquier le viene a la cabeza cuando oye el nombre de Trento, ciudad de alrededor de 115.000 habitantes que hasta la Primera Guerra Mundial fue austríaca y que se encuentra muy cerca de los Alpes, las Dolomitas y en el profundo valle del Adigio, pero es que esta urbe ofrece también varias cosas más. Entre ellas, por ejemplo, su amplia Plaza del Duomo, en el centro de la ciudad y donde se localiza la catedral de la ciudad dedicada a su patrón, Vigilio, y que es otro de sus principales reclamos. También, en esta ‘piazza’, destaca la imponente Fuente de Neptuno o no muy lejos de allí la iglesia de Santa María la Maggiore. Llama mucho la atención y es de obligada visita, el Castillo del Buenconsiglio, residencia de los príncipes-obispos, del siglo XIII y unida a la Torre Grande y que en la actualidad actúa como museo, con una interesante colección de objetos arqueológicos, pinturas y otros elementos.
