Vielha: nieve, frío, agua, naturaleza… Centro y corazón del Valle de Arán

Llegamos nevando, que no es poca cosa, especialmente si vienes de climas más templados. De hecho el paisaje ya fue ganando blanco desde la Pobla de Segur y hasta alcanzar nuestro destino, corazón del Valle de Arán y su capital, Vielha. Encontramos fácil, más o menos, sitio para aparcar y tras quedar embelesados por la nieve -que estaba por todas partes y caía con delicadeza desde las alturas- nos fijamos en un grupo de gente resguardados tras la cornisa de una fachada tomando en el exterior -las medidas anticovid así lo exigían- un café o bebida caliente. ¡ Ese vaho era muesra inestimbale del frío y el contraste térmico! No estaríamos mucho más allá de dos o tres grados centígrados, que fácilmente por la noche podían pasar a negativos.

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Llamaba la atención una enorme valla publicitaria, típica de carretera, sin anuncio en esos momentos, que recordaba que por allí pasaban cada año alrededor de dos millones de visitantes. Y es que Vielha es uno de los grandes destinos vacacionales de invierno catalanes y de la Península, perfecto para la práctica del esquí y disfrutar de la naturaleza de alta montaña en el Pirineo. La carretera principal entra en la ciudad y cambia de nombre al entrar por el de la Avenida del “Pas d’Arró”. Cerca de esa arteria vimos una de esas estampas que parecerían sacadas de una campaña publicitaria. En plena nieve, un caballo blanco. ¡Blanco sobre blanco! Surreal. Antes, habíamos cruzado por delante de la Iglesia de San Miquel y nos habíamos acercado a la Oficina de Turismo donde nos habían hablado de la Fábrica de Lana y del Museo Etnológico. Nosotros nos quedamos impresionados por el paso del río Nere, que más adelante conecta con otro de mayor nombre, el Garona, y que aquellos días bajaba lleno y muy vivo.
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Dimos una vuelta, el pueblo pese a ser capital y contar con cerca del 40% de los 10.000 habitantes del Valle de Arán, es relativamente pequeño y se puede recorrer sin demasiados problemas en un par de horas o incluso algo menos. Durante nuestra visita tuvimos suerte porque dejó de nevar y salió el sol. Algún susto nos llevamos mientras subíamos paralelos al río para tener una buena panorámica de toda esa parte del valle y del conjunto de la población, rodeada de montañas en los cuatro sentidos. A una cierta distancia, en un parque, una pareja, jóvenes los dos, jugaban a encestar una bola de nieve en una papelera desde más de diez metros. Se acercaron pero no acertaron. Nosotros, que también lo intentamos, tampoco lo conseguimos.
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Luego, visto mucho de lo que había por ver, volvimos hacia la zona de la Oficina y de la Iglesia, también del Ayuntamiento, punto neurálgico, buscando algún restaurante de menú asequible. No fue fácil per al final dimos con un uno que nos ofrecía unos platillos con revuelto de setas, de precio ajustado y sabor más que decente. Vielha fue una primera aproximación a toda esta zona, donde nos estuvimos algunos días más recorriendo varios de sus pueblos más destacados. Por cierto, por aquello del azar, probamos con la lotería pero no hubo suerte. Sí la tuvimos disfrutando de una población especial, sobre todo en invierno y en Navidad. ¡Bonita y recomendable experiencia!

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