Es cierto que San Sebastián tiene de todo -o mucho- y bueno, como son buena muestra su encantador casco viejo, la Playa de la Concha considerada entre las mejores de tipo urbano del mundo o el El Peine de los Vientos, de Chillida y que reta cada día a las poderosas olas del Mar Cantábrico, impertérrito aunque ya sufriendo el embite y paso del tiempo. En cualquir caso y para complementar la visita a la capital guipuzcoana, hay que probar sí o sí algunas de sus especialidades -al margen del pescado y marisco, maravillosos- como son sus pintxos.

El casco antiguo está lleno de sitios donde entrar y sentarse para probar algunos de ellos, ya sean fríos o calientes, más tradicionales o de vanguardia. Lo cierto es que entran por los ojos. Desde fuera llaman y una vez dentro no defraudan, sino todo lo contrario. Muchos, originales, creativos, otros juegan con sabores de toda la vida. Sobre la barra construyen un juego de colores y formas que apelan directamente a los sentidos. Y al estómago. Destacan los que combinan el huevo con la txistorra -por supuesto-, pero también los de bacalo, pimientos rellenos, anchoas, vinagreta, huevos duros, queso, jamón… Incluso, de espárragos rebozados, hojaldre mezclado de múltiples maneras o brochetas de pato. Difícil decidirse. Lo mejor, probar unos cuantos y combinarlos con las propuestas elegidas por nuestros compañeros. También, no cabe decirlo, no atolondrarse, dejar espacio para otros días, otros viajes. Otros momentos y otros sabores.

El casco antiguo y el conjunto de la ciudad está lleno de bares y restaurantes. Algunos, más antiguos, de comienzos del pasado siglo. Con decoraciones más conseguidas, de años, vividas pero que mantienen el encanto de los lugares con historia. Otros, más funcionales, actuales, útiles, cómodos, prácticos, que rezuman modernidad. Y, entre unos y otros, muchos que se sitúan entre ambos extremos. De hecho, los pintxos son una buena opción y propuesta para todos los bolsillos mientras se hace espacio o hueco -si se puede- para coger mesa algún día en uno de sus restaurantes excelsos, con Estrella Michelín y que en Donosti llegan ya casi a la veintena. Y que es mucho y no se producirá, seguro, tampoco en muchos otros lugares del mundo. San Sebastián y sus pintxos, una delicia y una apuesta segura para esta elegante ciudad del norte.