La más que cuestionable acción del presidente norteamericano Donald Trump al frente de su Adminstración y muy especialmente su política de “tolerancia cero” con la inmigración irregular ha sido la gran protagonista de esta edición de los World Press Photo. La imagen tomada por John Moore, para la agencia Getty Images, en la frontera mexicana de una niña llorando frente a su madre cuando era cacheada por un policía ha sido distinguida como la “Mejor foto del año”. Sin duda, detrás de ella hay una historia, significado y contenido contundente y casi transformador como pocas veces ocurre.

El certamen ha contado con la participación de más de 4.000 fotógrafos que han mandado casi 80.000 imágenes. Temas, muchos y diversos. La mayoría, en sintonía con la personalidad del concurso y su naturaleza fotoperiodística: de denuncia. Leíamos de la presidenta del jurado, Whitney Johnson, tres criterios fundamentales para calificar las fotografías: “Relevantes, únicas, memorables”.

En Barcelona, la Fundación Photographic Social Vision ha sido la encargada de la organización de la muestra que se puede ver en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) hasta finales de este mes de mayo (día 26). El lema o subtítulo: “Las historias que importan”. Nosotros fuimos un día al mediodía entre semana y festivo. El recinto estaba lleno demostrando el gran interés entre la ciudadanía por estos temas y que cuestiona – o por lo menos genera dudas- sobre la crisis del sector o del modelo de negocio.

Destacaban algunos trabajos de los que algunas imágenes ya han circulado por las redes, por su impacto y/ o porque han sido las escogidas para la promoción de la exposición. Llama mucho la atención la fotografía de Catalina Martín-Chico sobre los embarazos de las guerrilleras de las FARC en Colombia; la de Brent Stirton en una reserva natural en Zimbabue y que retrata una de sus guardias en una toma a medio camino entre el fotoperiodismo y la fotografía de moda (por su estética extraordinariamente cuidada); o la de Mário Cruz, dentro de la categoría de Medio Ambiente, de un niño durmiendo sobre un colchón en un mar de plástico que contamina el río Pásig, en Filipinas, y que es uno de los más tóxicos del planeta.

Hay temas más singulares o menos habituales como el de Sarah Blesner sobre la formación patriótica en países como Estados Unidos o Rusia; la lucha kirkpinar en Turquía, obra de Elif Ozturk, la presencia (o más bien ausencia) de mujeres en estadios de fútbol en Irán, de Forough Alaei; o el proyecto de una fundación holandesa de protección de flamencos en Curaçao, trabajo de Jasper Doest. También, por supuesto, hay espacio para conflictos de largo recorrido como las guerras de Siria, Afganistán o Yemen.

Nivel técnico muy alto y buenas historias. Una visita más que recomendable en el centro de Barcelona durante estas semanas, que permite conocer con más calma y detalle realidades que muchas veces no reciben la atención informativa necesaria que muy probablemente requerirían. //