La imagen del valle de Núria, en el Ripollés y en el término municipal de Queralbs, rodeada -la estación- por imponentes montañas de casi 3.000 metros, llena de nieve, casi un palmo o varios dedos, parece a estas alturas, julio y después de un mes de junio de los más tórridos desde que se tienen registros y en concordancia -desgraciada- con los pronósticos del cambio climático, irreal. Pero no, fue cierta y llamativa. De hecho, justo durante las semanas siguientes, en los meses de abril y mayo, el volumen de precipitaciones hizo que se abandonara por primera vez en tres años la alerta por sequía en Catalunya. Volviendo a Núria, se puede llegar en un cremallera -ferrocarril- que supera un desnivel de cerca de 1.000 y tiene un recorrido de más de 12 kilómetros, desde una de sus principales paradas en la falda del Valle, en el municipio de Ribes de Freser (donde también merece la pena echarle un vistazo. Si se pierde el tren, los tiempos de espera -que pueden superar la hora en temporada baja-, así lo facilitan y casi aconsejan).
Núria siempre ha tenido, o por lo menos desde antiguo, un valor y significado muy especial. Allí se firmó el estatuto durante la República en 1932 o se convirtió en punto fronterizo desde el Tratado de los Pirineos. Antes, parece que por su valor estratégico y cierta riqueza natural fue pieza de cambio habitual entre nobles y la iglesia. Esta última es la que la ha dotado de los tres elementos identitarios del lugar: la cruz, campana y olla, y que obedecen o responden como es habitual al terreno de la leyenda.
Ésta cuenta que San Gil, nacido en Atenas y nombrado obispo en Nimes, se estableció en la zona como ermitaño muy a principios del siglo VIII. De aquellos primeros años data la imagen que esculpió de la Virgen y que usaba junto a una cruz para envangelizar. La olla, tercer elemento, respondía a la comida que preparaba para los pastores. Perseguido por predicar tuvo que huir, no sin antes esconder la imagen en una pequeña cueva, que fue descubierta varios siglos más tarde por unos pastores que no consiguieron trasladarla hasta Queralbs, interpretando las dificultades como la voluntad de la imagen de permanecer allí arriba. Entre medio, surge otro personaje, Amadeo, en 1072 que procedente de Dalmacia, por inspiració divina y en búsqueda de reliquias de María, continúa en cierto modo con la actividad de San Gil, con la construcción entre otras actividades de una pequeña capilla.
La leyenda asociada a la fertilidad parece que se forja en la creencia por aquellas personas con dificultades para tener hijos que orar a la vez que se mete la cabeza dentro de la olla y se toca la cruz con la mano puede ayudar o facilitar a superar las penúrias. Esta parte relacionada con la procreación podría incluso tener origen en época pagana y en un menir en este zona con el que las mujeres se fregaban en el deseo de tener descendencia. Historias interesantes que aportan un valor ‘extra’ a un paraje natural espectacular, al que se accede en tren desde que éste se inaugurara a finales de marzo de 1931.
Camprodon, con su famoso puente -puede que uno de los más populares de Catalunya- no muy lejos y el Molló Parc, donde albergan animales que ya no se pueden reintroducir en la naturaleza y que recuperan de espacios en dificultades, son dos elementos más para visitar en toda esta parte próxima a los Pirineos Orientales y que es preciosa. Al margen, por supuesto, de otros pueblos como Baiget. //



























