Fue una escapada este pasado mes de diciembre (2021) a la zona de Teruel” -la ciudad fue nuestra base de operaciones durante esos días y visita muy recomendable- desde donde visitamos lugares francamente interesantes como, por ejemplo y en primer lugar -por orden cronológico-: Albarracín. El pueblo tiene evidentes reminiscencias árabes, tanto en su nombre como en su fisonomía, ya que fueron éstos quienes dotaron a dicha población de un salto cualitativo y cuantitativo notable durante su estancia. Es pequeño, de calles complejas, tonos ocres, rojizos, propios de la tierra de la zona, y de dibujo escarpado y adaptado al terreno. Muy llamativa la línea defensiva, muralla, que escala hasta lo alto de la montaña y que se construyó para defenderse de posibles ataques. El pueblo creció, luego, hacia el valle en siglos posteriores. Está considerado entre los “más bonitos” y esto siempre da confianza auque, también, actúa como potente polo de atracción de visitantes (a tener presente).
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La Spezia y Porto Venere
Es una ciudad de tamaño medio, sin ser especialmente grande ni tampoco con grandes pretensiones. Sobre los 100.000 habitantes y un pequeño gran logro reciente a nivel deportivo al alcanzar jugar en la máximo categoria del Calcio: la Serie A, un éxito no al alcance de muchos. Para nosotros fue lugar donde alojarnos para poder ir desde allí, en una visita de una jornada, a los cinco pueblos que conforman el “Cinque Terre”. Buena base de operaciones, que también aprovechamos para darnos una vuelta por su conocida Plaza del Mercato, la via Garibaldi o toda la zona del puerto, donde conviven grandes yates con una flota de pesca tradicional. Allí nos tomamos el típico ‘aperitivo’, con un ‘Spritz’ y lo que te ofrezca el establecimiento. Al día siguiente nos fuimos para Porto Venere en un autobús de línea que tarda unos treinta minutos de carretera revirada. Bonito pueblo de costa, que hay quien considera que podría contemplarse com el ‘sexto pueblo del Cinque Terre’. Razón no les falta. Podría ser una adquisición que añadir al conjunto, sin desmerecer para nada. Destaca una iglesia en unos de sus extremos, de milenaria historia y erigido donde antes se localizaba un viejo tiemplo romano, o los restos de la fortaleza que protegían esta parte del pueblo y de este tramo de costa italiana. Detrás queda lo que se conoce como “Gruta de Byron”, porque al parecer durante su estancia en la zona el poeta británico nadaba hasta esta parte de la bahía de La Spezia. Increíbe imaginar cómo sería toda esta región a finales del siglo XIX. Faltan palbaras.






























Cinque Terre
Tenía y tiene una fama increíble. No obstante pensaba que igual era menos conocido y un destino más exótico de lo que verdaderamente es. La realidad es que llegan, en fechas señaladas, trenes llenos hasta la bandera de turistas; yo, entre ellos. El punto desde el que dirigirse más habitual es la ciudad, en Ligúria, de La Spezia: una urbe sin excesivo encanto, pero sí su gracia si sabes encontrársela. De esos lugares sencillos pero con personalidad, cercanos y sin pretensiones desmedidas. Del Cinque Terre nos habían recomendado sobre todo los pueblos segundo y cuarto -el recorrido se hace en tren por los cinco pueblos a distancias de unos pocos minutos los unos de los otros-. Vernazza y Manarola son, por lo tanto, los más famosos e imprescindibles -y coincidimos en dicho criterio-, si bien tampoco hay que desmerecer a ninguno de los otros tres. Corniglia, el único que no es de costa, Monterrosso y Riomaggiore -éste último, el más próximo a La Spezia– son a su vez un buen complemento entre sí, que conforman un conjunto que, muy probablemente adquiera un aspecto bastante distinto si hay la posibilidad de visitarlos entre semana y fuera de temporada. Su localización, abrupta, y la dificultad, de antiguo, para su acceso son de los de las razones que explican el por qué de su gran atracción actual. Carácter marinero y fachadas de tonos pálidos, dentro de la gama de los amarillos y los rojos, son solo dos pinceladas de un cuadro que no desentonaría nada en cualquier sala.




































Morella y la historia de uno de los grandes castillos del Mediterráneo
Su orografía hace que lo primero y mas destacado que se ve al acercarse a esta polación, capital de la comarca de Els ports de Morella, en la provincia de Castellón, sea en lo alto, los restos de lo que durante buena parte de su historia fue un imponente castillo, considerado, según leemos, como “uno de los más relevantes del Mediterráneo”. Una ubicación, según detallan, donde se encuentran restos de asentamientos que van muy atrás en el tiempo: hasta el tercer milenio antes de Cristo y también con restos de la Edad de Bronce, Hierro, presencia musulmana y hasta la Reconquista.
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Toulouse, “la ciudad de las fachadas rosas”
Es un titular llamativo, pero es que una de las primeras cosas que más sorprenden al llegar a esta ciudad del sur de Francia, situada casi de forma equidistante entre el Mediterráneo y el Atlántico, es la abundante presencia de fachadas de color rosa y que ofrecen una gradación que pueden ir desde el rosa pálido al naranja intenso. Sin duda, le dan una personalidad singular que, de todos modos, no es solo patrimonio suyo exclusivo ya que también se da en otros municipios de la zona. En cualquier caso, no al nivel de Tolouse, una de las ciudades más importantes del país galo.
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Santiago, el descubrimiento de unas relíquias que dio pie a la construcción de una ciudad
Llegamos a Santiago de Compostela, capital gallega, a diferencia de muchos y con mucho más mérito por su parte (no la nuestra), en avión y después desde allí hasta el centro en un autobús bastante económico, que nos acercó por el módico y sorprendente precio de un euro. Al salir, estábamos al lado, pero mal orientados y malos lectores e intérpretes del GPS nos fuimos hacia todas partes menos hacia donde tocaba. De hecho, como ya hemos dicho, apenas nos separaban unas decenas de metros del casco histórico de esta preciosa ciudad, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde mediados de los años ochenta del pasado siglo y que tiene una historia milenaria.
Cuenca y su impresionante catedral
Llegamos en un día frío, gris; caía algo de lluvia pero era soportable. Aún así, bajo esas condiciones atmosféricas, pocas o ninguna ciudad luce. Cuenca, en un inicio no fue una excepción pese a estar catalogada como Patromonio de la Humanidad por la Unesco desde mediados de los años noventa del siglo pasado por su “magnífica armonía entre naturaleza y paisaje urbano”. Y razones no les faltaron por entonces para otorgarle dicha distinción. A nosotros solo nos hicieron falta unas horas para que fuera anocheciendo y las luces de farolas, ventanas y comercios iluminaran unas calles que hasta ese momento nos habían parecido algo desapacibles.
Noia, más que el puerto de Santiago
De origen prehistórico y con pasado romano, fue en época medieval cuando este pueblo situado a unos 35 kilómetros de Santiago de Compostela vivió su mayor impulso hasta convertirse en uno de los núcleos de población más importantes de Galicia. El supuesto descubrimiento en la zona de Santiago de los restos del apóstol transformaron toda la zona. Noia recibió la carta de Puebla de Fernando II en 1168, que es una de las fechas más relevantes de su historia.
Teruel, una pequeña joya y gran sorpresa
Teruel, la ciudad, es poco conocida. O por lo menos poco a nivel turístico, que no a nivel social o político gracias a la ardua y significativa tarea de la plataforma “Teruel existe” que ha hecho mucho por difundir el nombre y la problemática de la ciudad y de la zona algo o muy olvidada por las instituciones desde hace mucho tiempo. El municipio, en cualquier caso, fue para nosotros una grata y bonita sorpresa. En el centro, es casi de obligada visita la plaza del Torico, con su fuente característica con la figura en lo alto y en pequeño del bravo animal. Y no muy lejos, la Catedral y diversas de las torres de estilo mudéjar -mezcla de románico y gótico, con ornamentación decorativa de tipo musulmán-, que son buena muestra y expresión de este estilo y que es de lo mejor que puede encontrarse tanto en el país como en la propia comunidad de Aragón. Al lado de la Catedral se encuentra el mausoleo de “Los amantes de Teruel”, excepcional historia de final trágico y de amor eterno. Y tampoco hay que caminar mucho para llegar hasta la Escalinata Neomudéjar, el Puente de la Reina o dar una vuelta y descubrir algunos de los torreones de la antigua muralla que protegía el núcleo de la ciudad. Algunos, más o menos en buen estado, son los de San Esteban, Ambeles o el Rincón. Recomendable la visita, que se puede complementar con salidas a los pueblos de Albarracín o, ya más lejos, la comarca del Matarraña.
Oporto, capital lusa del norte
Es la segunda ciudad más importante del país vecino, tras Lisboa, conocida también como “la capital del norte de Portugal”, con una población moderada sobre los 200.000 habitantes (y, por lo tanto, de tamaño justo para una escapada de dos o tres días) y una distancia bastante próxima (a unos 150 kilómetros de Galicia). Destaca por sus seis puentes -especialmente, el de Luis I, obra de un díscipulo de Gustave Eiffel-, que es espectacular y está considerado como uno de sus grandes símbolos, junto a la zona pesquera del puerto, a orillas del río Duero y a tocar prácticamente de su desembocadura en el Océano Atlántico. En lo alto, sobre una de sus colinas llama la atención la Torre de los Clérigos, de más de 70 metros, barroca, del siglo XVII, y dicen que visible desde el río, sirviendo desde entonces com guía, punto de referencia, para los navegantes. Su estación de tren (de Sao Bento), el edificio del Ayuntamiento, la zona de bodegas (al otro lado del río, en la parte de Vila Nova da Gaia) o una librería (de Lillo e Irmao) asociada al mundo de Harry Potter e incluída entre las más bonitas del mundo son solo otros de sus grandes atractivos, por no hablar de la comida y, sobre todo, su pescado.