Situada a unos 40 kilómetros de Stuttgart, el apelativo de “joven” a Tübingen le va como anillo al dedo, al tener cerca de 90.000 habitantes y que de éstos alrededor de 20.000 sean universitarios que acuden a sus facultades. Por cierto, entre las más prestigiosas de Alemania y de donde han salido grandes y destacadas figuras en campos como la medicina, escritura o ciencia. Desde lo alto, precisamte, en el Castillo de Hohentübingen, se tienen unas preciosas vistas sobre la zona. El propio castillo es parte del complejo universitario. Dentro, en el patio interior, destaca un busto de corte clásico y origen romano, de espectaculares e imponentes dimensiones. Abajo, de entre su casco histórico de callejuelas empedradas estrechas y que discurren entre casitas de dos plantas y característicos tejados, destaca la plaza de Markplatz. Allí se encuentra el Ayuntamiento, que es muy llamativo por su rojiza y recargada fachada, además de por su reloj astronómico de 1551, que además de la hora marca el calendario o las fases lunares, entre otras cosas. Enfrente, es interesante una fuente dedicada a Neptuno. Durante nuestra visita, además, preparaban una feria de la cerveza (que, por aquellas fechas, se anticipaba bajo un cielo encapotado).
El río Neckar es también elemento fundamental para entender la vida de esta ciudad. En verano es lugar predilecto para los estudiantes y vecinos. A su vera, bajo un sauce llorón, cabe reseñar la Torre Hölderlin, amarilla, donde el poeta romántico alemán que le da nombre vivió sus últimos años hasta su muerte y donde hoy hay un museo en su memoria. Por cierto, la costumbre de los candados como símbolo de amor, típica de muchos otros puentes del mundo, es también tradición aquí. //