La Residenz de Múnich me dejó impresionado. Sede en su momento del gobierno de Bavaria y residencia de los duques, reyes y emperadores de Bavaria, sus dimesiones y su decoración, suntuosidad y elegancia, son magníficas y casi extremas. Estuvo en funcionamiento durante cerca de cinco siglos, entre 1508 y 1918, si bien sus orígenes se remontan a 1385 cuando inicialmente era un fuerte en la parte noreste de las murallas de la ciudad. Con el paso de los siglos fue ampliando sus dimensiones, añadiendo más edificios, jardines y patios. Bajo el dominio del rey Maximiliano I, que ostentó el cargo entre 1598 y 1651 (desde 1623 como elector), la Residencia alcanzó prácticamente su superfície actual sumando edificios y nuevos patios como el Imperial, de la Fuente y Apotecario. También, su fachada actual data de aquel periodo.
Representa una gran muestra de estilos renacentista, barroco, rococó y neoclásico. En la actualidad es uno de los mayores complejos palaciegos de la región, del país y, probablemente, de Europa. Por cierto, cuenta con un servico de audioguía muy detallado. Y es recomendable ir con tiempo, porque son muchas salas y todas de una gran factura. Pese a que se vio seriamente dañado durante la Segunda Guerra Mundial se recontruyó fielmente a su estado previo.